lunes, octubre 19

TANTO, PERO TANTO TIEMPO

Había olvidado que tenía un blog. Había olvidado que me gustaba escribir. Me puse a leer las entradas anteriores y ... uff... es como si no fuera yo, o sea, soy yo, pero yo en otra vida.

¿Han escuchado de los saltos cuánticos? Yo no lo había escuchado (no seriamente al menos) hasta el año 2013, cuando yo misma di un salto cuántico, esos cambios vitales de los cuales no hay retorno. 04 de Marzo de 2013 para ser más precisos. Como dirían los gringos, "ready or not, here we goooo!!". Nació mi niño, mi José Tomás, toda la luz y toda la sombra que tenía en el alma de pronto explotó. Me quedé ciega, sorda, muda, loca. No sé.... la vida se me dio vuelta y ya nada volvió a ser lo mismo. Lo que era importante dejó de serlo, lo que no importaba nada se volvió imprescindible.

Lo perdí todo, todo lo que tenía un valor para mí: mi libertad, mi tiempo, mis horas de sueño y de vigilia, mis hobbys, mi música, mi ropa (no sólo porque no me cabía, simplemente ya no tiene gracia ir de compras para mí), mi marido (no, no se fue a ninguna parte, sólo que ya no somos los mismos y, en ese momento, lo viví como una pérdida también). Me quedé ahí, sola y desnuda con un bebé en los brazos que, para rematar, lloraba... y lloraba... y lloraba.

Pensé que me volvería loca, quería volver atrás!! le rogué a mi jefe volver a trabajar antes de terminar el postnatal: ninguna posibilidad. Si estaba en casa, quería salir. Las pocas veces que salía, me sentía culpable y la más mala de las madres. Cuando tenía a mi niño en brazos no sabía qué hacer con él y si no lo tenía lloraba por su ausencia. ¿Hay algo más confuso que ser mamá? no lo creo...

Fue un año de locura, de no reconocerme, de perder toda capacidad de tomar decisiones. Lo recuerdo claramente: 01 de Enero de 2014, no daba más. Y declaré: esto no puede seguir así. Se acabó. El 2014 será un año diferente. No sólo diferente, será ESPECTACULAR.

Como si fuera tan fácil ¿no?. Pero las palabras son poderosas, mucho (otro día hablamos de eso). Y lo que se declara se vuelve realidad. No les voy a decir que el cambio fue de un día para otro, pero poco a poco fui retomando las riendas de mi vida: volví a cantar, volví a ir a la peluquería (que tonto y frívolo suena ¿no? pero las que son mamás saben el valor de un par de horas dedicadas sólo a uno), volví a viajar y a disfrutar de mi trabajo sin culpas. Nos cambiamos de casa, porque la que estábamos me provocaba angustia, cargada con la historia de esos meses tremendos. Y el sol comenzó a salir... o al menos eso creía yo...

Mejoró bastante, sí. Nunca nada volvió a ser igual, de eso no hay duda. Si me preguntas si prefiero mi vida anterior o la de ahora, la verdad es que no estoy tan segura.... hay días en que quisiera ser la Angela anterior, hay días en que recuerdo como era y me prefiero mil veces ahora.

He recorrido un camino largo, he descubierto grandes ayudas en el camino. He ampliado la mirada. Y es que ser mamá puede ser un shock para algunas de nosotras, especialmente las que fuimos autónomas, independientes, autodefinidas en función de los logros y las capacidades propias. Pero por sobre todo es una oportunidad enorme para quien está preparada para tomarla. Se abren los sentidos a un mundo desconocido, la intuición se dispara, la sensibilidad, a veces tienes la idea de que puedes leer la mente de quienes te rodean, sentir sus penas y sus alegrías a un nivel profundo. ¿La idea de que todos somos uno? totalmente cierta. Pero eso no lo descubrí con José Tomás, porque simplemente no estaba lista para interiorizar tanta sabiduría. Eso sólo me lo vino a mostrar mi niña, 24 de Mayo de 2015, Aurora Jesús.... pero esa es otra historia ;)